Brasil tiene la tercera población carcelaria más grande del mundo con más de 750 mil personas. Además, uno de cada cuatro condenados vuelve al crimen. El Proyecto Ponto Firme surgió en 2015 de una iniciativa voluntaria de Gustavo Silvestre. Lleva el cariño, el diseño y la estética a un centro penitenciario y promueve la transformación social a través de la moda y el crochet para reclusos y exreclusos. Los trabajos desarrollados por los participantes forman parte del calendario oficial de la Semana de la Moda de São Paulo, ya fueron presentados en la Pinacoteca de São Paulo, en SP-Art y también en Nueva York.
GUSTAVO SILVESTRE: MODA Y SOSTENIBILIDAD EN LA PRÁCTICA
Nacido en Recife, Gustavo Silvestre es diseñador, artista, artesano y profesor de posgrado en artes manuales para la educación. Lleva la técnica del ganchillo al campo de la experimentación dentro del pensamiento del arte, la moda y la sustentabilidad. A través de una iniciativa voluntaria, lleva el arte, el cariño y el diseño a la cárcel, impulsando la transformación social a través del crochet.
Desde muy pequeño Gustavo recuerda ver a las mujeres de su familia juntarse para abrir sus cajitas de ganchillo, “eran verdaderos tesoros que sacaban de allí, hilos, hilos y agujas”. Una costumbre que observó de lejos, porque siempre escuchó que el ganchillo era cosa de mujeres. Décadas después, Gustavo demostraría que no es cierto. El artista no solo se convertiría en un experto crochetero, sino que crearía ‘Ponto Firme’, un proyecto social en el que enseña crochet en uno de los entornos más machistas de la sociedad, la cárcel.
Desde entonces, Gustavo, que ya había encontrado en el ganchillo una manera de replantear su trabajo con el arte, descubrió que la técnica también podía ser una herramienta educativa, teniendo como referencia teórica a autores como los filósofos Gilles Deleuze, Michel Foucault, el iluminista Cesare Beccaria y el educador Paulo Freire.
Según el Departamento Penitenciario Nacional (Depen), Brasil tiene la tercera población carcelaria más grande del mundo, con cárceles que están casi un 70% por encima de su capacidad con más de 750.000 presos. En tres años, fecha de la última Encuesta Nacional de Información Penitenciaria (Infopen), el país recibió 61.000 presos más para sus cárceles superpobladas. Una mayoría de personas negras (61% de los presos tienen este perfil, mientras que sólo el 53% de la población brasileña tiene esta característica), pobres y sin escolarizar (75% de estos presos no tienen la escuela primaria completa).
Esta es la realidad a la que se enfrenta semanalmente Gustavo Silvestre desde que inició el Proyecto ‘Ponto Firme’. Desde 2015, el artista ofrece formación técnica voluntaria en ganchillo para internos de la Penitenciaría Adriano Marrey, en São Paulo.
En su proyecto socioeducativo, el artista mira esa herida que es el encarcelamiento revelando la humanidad que resiste dentro de un sistema creado para disciplinar y castigar. En cinco años de proyecto, la iniciativa que se destaca por su valor estético ha sido objeto de varios artículos periodísticos, y ya se convirtió en una exposición de arte en la Pinacoteca del Estado de São Paulo, en SP-Art, desfile de moda en São Paulo Fashion Week (SPFW) e incluso muebles para una tienda en SoHo, Nueva York.